Lectura del 6 de Shevat del Kitzur Likutey Moharan




(likutey moharan I # 35)


3. Todo judío posee “una porción de Hashem de arriba” (Job 31:2), que es un aspecto de sabiduría. 


Es por ello que el pueblo judío es llamado “primero”, como está escrito, “Israel es santo para Hashem; el primero de Su cosecha” (Jeremías 2:3)


Al nacer, el intelecto de la persona es pequeño y restringido. 


Pero cuando comienza a utilizarlo y a reflexionar seriamente sobre el servicio a Hashem, se vuelve cada vez más grande, como está escrito, “La sabiduría de Salomón era muy grande” (Reyes I, 5:10)


Si la persona admite en su intelecto sagrado pensamientos externos -ideas que no corresponden a la Torá y conocimientos seculares- disminuye entonces la santidad del intelecto en proporción a la cantidad de espacio ocupado por el saber secular. Y alrededor de esas ideas extrañas a la Torá se juntan y se unen todos los rasgos negativos y los malos deseos.


4. Por lo tanto, lo más importante es cuidar el pensamiento y la mente de las ideas externas y de la sabiduría secular, dado que todo el edificio construido por la mala inclinación, que Hashem nos salve, se establece en base a esos pensamientos. 


La mala inclinación se identifica con la serpiente primordial, en el hecho de que la mala inclinación se “enrosca” alrededor de la santidad [tal como la serpiente se enrosca alrededor de su presa]. Es por ello que la mala inclinación es llamada “una gran (KRaJ) ciudad” (Ierushalmi, Taanit 1) - dado que siempre “se enrosca (KaRuJ) alrededor” de los grandes eruditos de la generación, más que de cualquier otro, como han enseñado nuestros Sabios, de bendita memoria, sobre el versículo, “Hashem ha hecho grandes cosas” (Joel 2:21; Suká 52a)


Pues dado que los eruditos y aquellos que estudian en profundidad la Torá tienen más conocimiento, la mala inclinación se “enrosca” alrededor de ellos en particular, para hacerlos pecar, que Hashem nos salve. Lo más importante es cuidarse mucho de los malos pensamientos.


5. Además de cuidarse de los pensamientos seculares la persona debe también renovar constantemente su intelecto. De esa manera renueva su alma. Pues el intelecto es el alma, como está escrito, “El alma del Todopoderoso les da comprensión” (Job 32:8), y como dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, “El alma nutre y anima al cuerpo” (Berajot 10a)


El alma misma es el intelecto, como está escrito, “La sabiduría da vida” (Eclesiastés 7:2).

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