Lectura del 23 de Tevet del Kitzur Likutey Moharan
(likutey moharan I # 31)
18. El principio general es que el anhelo y el deseo por algo sagrado es extremadamente valioso.
Pues mediante ese anhelo se hace llegar a la existencia a un alma que subsecuentemente se actualiza a través del habla. Esa alma surge y es reencarnada. A veces esa alma sagrada le llega a una persona malvada y encarna en ella, por lo que esa persona experimenta pensamientos de arrepentimiento y puede enmendar su camino.
También sucede lo contrario. ¡Cuánto mal produce el anhelo por algo que no es bueno, Dios no lo permita! Pues el alma que llega a la existencia como resultado de los malos anhelos reencarna ocasionalmente en el Tzadik y puede hacerlo pecar, Dios no lo permita.
Todo esto se encuentra descrito en el versículo, “Hay un hevel (aliento o vacuidad) que sucede en la tierra, por lo cual hay Tzadikim a quienes les sucede de acuerdo a las acciones de los malvados y hay malvados a quienes les sucede de acuerdo a las acciones de los Tzadikim” (Eclesiastés 8:14). En otras palabras, “hay un aliento” de la boca del cual surgen las almas y, por medio de ello, “hay Tzadikim a quienes les sucede de acuerdo a las acciones de los malvados”, por lo cual el alma producida por los malos anhelos entra en los Tzadikim y los hace tener pensamientos de pecado. Esa alma puede en verdad hacer que el Tzadik peque, Dios no lo permita, o es posible que éste la pueda rectificar.
De la misma manera, “hay malvados a quienes les sucede de acuerdo a las acciones de los Tzadikim”, por lo cual la persona malvada experimenta pensamientos de arrepentimiento cuando le llega un alma santa creada por los buenos anhelos.
Ahora bien, la persona malvada puede estropear esa alma sagrada o el alma puede inducirla a enmendar su camino. Todo esto es el fenómeno de la transmigración de las almas que son generadas por el habla y que luego reencarnan en el mundo.
19. La perfección del hombre es ser tanto un Tzadik como un erudito. Pues dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria, sobre la persona que no es estudiosa de la Torá, “Un ignorante no puede ser piadoso” (Avot 2:5). Sin embargo ser solamente un erudito carece de valor, dado que es posible ser un estudioso y a la vez ser absolutamente malvado, Dios no lo permita, como se enseñó, “Si es indigno, la Torá se vuelve una poción mortal” (Ioma 72b).
Por lo tanto, es necesario ser estudioso de la Torá y un piadoso en las buenas acciones (es decir, un Tzadik, como está tratado en el Zohar III, 203). Entonces uno es como un “ángel del Señor de las Huestes” y les puede dar una forma buena y positiva a las letras de la Torá. Pero la persona que, equivocadamente, supone que lo más importante es ser sólo un erudito es como Ajer, quien “arrancó las plantaciones”, que Dios nos salve (ver Jaguigá 14b).
20. Si el Tzadik perfecto -que es tanto un Tzadik como un erudito- llega a caer ocasionalmente de su nivel -dado que es sabido que es imposible mantenerse constantemente en un mismo nivel- no es bueno que quiera quedarse en el nivel de erudito que aún posee. Más bien, deberá fortalecerse en el temor al Cielo y en los puntos buenos que aún tiene.
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