Lectura del 21 de Tevet del Kitzur Likutey Moharan
(likutey moharan I # 31)
14. Cada persona, de acuerdo a sus propios anhelos -que a su vez crean almas- genera puntos vocales para las letras de la Torá.
Inicialmente, las letras de la Torá son una luz indiferenciada (como se explica más adelante, Lección #36), dado que “de la Boca del Altísimo” sólo proviene una luz indiferenciada. Sin embargo, cada uno, dependiendo de lo que anhele, les hace una forma a las letras que anteriormente eran como cuerpos inertes y, a partir de los puntos vocales creados por sus deseos se forman recipientes.
Si la persona anhela y desea el bien, conforma y explica las letras de la Torá de manera positiva y éstas se transforman en recipientes para recibir el bien. Sin embargo, si anhela el mal, Hashem no lo permita, las letras se conforman de tal manera que se transforman en recipientes para captar el mal, Hashem no lo permita.
De acuerdo a la manera en la cual se formen, así será como actúen en el mundo. Pues tanto el bien como el mal tienen un asidero en la Torá, como se enseñó, “Si uno es digno, la Torá se vuelve un elixir de vida. Pero si es indigno, se vuelve una poción mortal” (Ioma 72 b).
También está escrito, “Los rectos andarán en ella y los pecadores en ella tropezarán” (Hoshea 14:10).
15. Sin embargo, para que el alma pase de la potencia al acto, la persona debe articular sus anhelos mediante palabras concretas. A través de la articulación de las palabras, el alma alcanza un estado completo y pasa de lo potencial a lo concreto, como está escrito, “Mi alma salió cuando él habló” (Cantar de los Cantares 5:6).
Éste es el significado del versículo, “Él hará la voluntad de aquellos que Le temen; Él oirá su clamor y los salvará”
(Salmos 145:19).
En otras palabras, mediante la “voluntad” -que consiste en los anhelos de la persona- se crea un alma en potencia; y también se crea en potencia todo aquello que la persona busca y desea. Éste es el significado del versículo, “Él hará la voluntad de aquellos que Le temen”. Subsecuentemente, “Él oirá su clamor” -es decir, cuando ellos articulen sus anhelos en palabras- y con eso, “Él oirá su clamor y los salvará”.
Pues mediante el habla, el alma pasa de la potencia al acto. Entonces las letras de la Torá reciben una forma interna, un “alma”, y se transforman en recipientes para captar el bien, y así se concretiza lo que la persona desea (ver más adelante, Lección #34, que enseña que el habla es el recipiente para captar el influjo de abundancia).
Pues de acuerdo al alma creada por la persona, tanto en potencia como en acto, así serán los puntos vocales en las letras, así recibirán las letras su forma interna y así mismo operarán en el mundo y generarán todo aquello que la persona busca y desea.
Todo el orden de la plegaria se basa en este principio - es decir, que la persona deba articular sus anhelos con su boca, pues de esa manera el alma alcanza su estado concreto.
Pues el alma emana del habla, como hemos aprendido del versículo, “El hombre se volvió un alma viviente” (Génesis 2:7), que el Targúm traduce como “un espíritu hablante”.
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