Las luchas espirituales de Rabi Najman de Breslov




Extraido del libro Tzadik

Sus Luchas Espirituales
[1]: 230.

Relató el Rabí Naftalí: El Rebe dijo que es bueno para alguien que quiere servir a Dios tener caballos [2]. Pues entonces siempre puede ir a los bosques con algunos amigos y hablar sobre el servicio a Dios, meditar y demás. 

Los prados y los bosques son lugares muy buenos para la meditación.

Cuando el Rebe habló con el Rabí Naftalí sobre esto, mencionó que cuando era joven solía tomar prestado alguno de los caballos de su suegro y cabalgar hacia los bosques. Allí desmontaba y ataba el caballo a un árbol. 

Entonces se adentraba en el bosque para practicar sus devociones y meditar[3]. A veces el caballo se soltaba y escapaba volviendo a la casa de su suegro[4]. Cuando el caballo retornaba solo se preocupaban pensando que el joven Rabí Najmán se había caído, Dios no lo permita. 

También a veces la lluvia lo empapaba mientras estaba en el bosque. Entonces solía retornar a la casa bien entrada la noche.
Yo mismo le escuché decir al Rebe muchas veces que lo más importante es el trabajo y el esfuerzo de la persona, nada más. Todo depende del esfuerzo. Mediante el trabajo y el esfuerzo todos pueden alcanzar grandes niveles. Dijo el Rebe: "Yo puedo hacer que una persona se vuelva un judío digno, lo que llaman a guter id, ¡y hacerla igual que yo! ¡Literalmente!". 

231. Alguien me relató cierta vez algunas cosas que le escuchó decir al Rebe sobre su gran santidad cuando era niño[5].

Cuando era sólo un pequeño niño quería ser realmente temeroso de Dios. Anhelaba recibir el Shabat de la manera apropiada, con gran santidad. Un viernes, inmediatamente después del mediodía, fue a la casa de baños y rápidamente se sumergió en la mikve. Retornó a su hogar y se puso las ropas del Shabat. Entonces fue a la casa de estudios y comenzó a caminar de un lado a otro. Quería llenarse de la santidad del Shabat y de la neshamá ieterá, el alma adicional que trae el Shabat. Quería percibir algo, pero no veía nada. Aun así, anhelaba ver algo.

Mientras tanto, comenzó a llegar la gente. Entró alguien importante y parándose en el pupitre de lectura comenzó a recitar el Cantar de los Cantares.[6] El Rebe Najmán se adelantó e introdujo la cabeza debajo del pupitre de esa persona. 
Dado que era un pequeño niño nadie le prestó atención. Allí se quedó y se puso a llorar. Lloró y lloró durante varias horas hasta entrada la noche. Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar. Finalmente, abrió los ojos y creyó que podía ver alguna clase de luz, pues habían encendido las velas y todo aparecía muy brillante luego de haber tenido los ojos cerrados durante el tiempo que estuvo llorando. Eso le dio algo de consuelo. Todo esto tuvo lugar cuando era literalmente un niño; parece que dijo que en ese momento tenía seis años.
232. Dijo el Rebe: "De hecho Le rogué y Le pedí a Dios que me enviase tentaciones. Yo estaba absolutamente seguro de que mientras no perdiera la cabeza no me rebelaría en contra de Dios, pues ¿cómo es posible que una persona peque y desobedezca a Dios a no ser que esté literalmente insana? Con sólo un poco de sentido común, todas las tentaciones pueden ser superadas". [7]
233. Dijo el Rebe: "Si los sabios no hubieran dicho explícitamente que está prohibido decir ´Una flecha en el ojo de Satán´ (Kidushin 30a), yo lo habría dicho. 

Simplemente no puedo comprender las historias que se cuentan sobre los sabios del Talmud a los que el deseo sexual les resulta algo muy duro y difícil de sobrellevar.[8] Para mí, no es nada. Nada en absoluto. No me parece que sea una tentación en absoluto. Debe existir ciertamente algún tipo de secreto detrás de lo que encontramos en la Torá sobre el concepto de que este deseo es una prueba. Pues la verdad es que no es una prueba en absoluto.
Si la persona conoce algo de la grandeza del Creador, tal como encontramos en los Salmos, ´Pues yo sé que Dios es grande´ (Salmos 135:5), Yo sé, específicamente[9], esto no puede ser considerado en absoluto una prueba. Para mí, no hay diferencia entre un hombre y una mujer[10]. Yo miro a este deseo tal como te estoy mirando a ti. He tenido innumerables oportunidades, pero no es para nada una prueba". Pero en la época en que sí fue una prueba para él, también tuvo muchas tentaciones. [11]
234. El Rebe se vanagloriaba de haber logrado eliminar absolutamente todos sus deseos físicos y sus rasgos de carácter negativos. Él decía que hay Tzadikim que han quebrado sus deseos pero que aún les queda un pequeño residuo de ellos. Es lo mismo que cuando se curte el cuero. Éste puede haber sido trabajado y sobado, pero aun así le queda un residuo de olor desagradable. 

Aunque éstos Tzadikim han quebrado sus deseos, los deseos aún se aferran a ellos, aunque sutilmente.

El cuero debe ser trabajado tan profundamente como para llegar a quedar completamente diferente y transformado de su estado original. Lo mismo sucede con el cuerpo. Debemos limpiar el cuerpo de sus deseos, completamente. Debe ser tan puro como para que podamos literalmente darlo vuelta de este lado y del otro y ver que no ha quedado la mínima traza de deseo físico o de rasgos negativos. Debe haber desaparecido completamente todo resto de mal olor. [12]

El Rebe mismo se había separado completamente de los deseos físicos y de las malas características. No le había quedado ni la mínima traza de ellos. Esto lo había logrado en su juventud[13] antes de alcanzar las tremendas alturas de percepción a las cuales se elevaría más tarde, y mucho antes de su visita a la Tierra Santa. Más tarde pasó de nivel en nivel, de una cumbre a la otra, hasta que alcanzó una elevación tan exaltada que es imposible de describir.
235. El Rebe dijo: "Ustedes no necesitan aprender de los aspectos revelados que ven en mí. A partir de lo que ustedes ven de mí en la superficie pueden llevarse la impresión de que en general estoy deprimido. Ustedes no tienen que imitar esto. Sólo estén alegres todo el tiempo. ¿Acaso ustedes hacen todo lo que yo hago? Además, la verdad es que yo sí estoy contento. Si no parezco estarlo, es porque constantemente trabajo para abrir un sendero en lugares que eran previamente desiertos y desolados. Debo cortar todos los obstáculos que impiden el paso. Hay árboles gigantescos que han estado creciendo allí durante miles de años, y que deben ser talados.
Yo debo ir hacia adelante y hacia atrás, una y otra vez, cortando y cortando, para preparar un camino público por el que todos puedan andar".  

Era debido a todo este trabajo que el Rebe parecía en general estar afligido. En esa misma ocasión el Rebe dijo que el R. Shimón[14] también había estado dedicado a la tarea de limpiar un sendero.
236. Del mismo modo escuchamos que debido al conocido hecho de que la familia del Rebe era descendiente de la casa del rey David[15], solían vivir con el corazón quebrantado y no era común en ellos andar con rostro sonriente. 

El rey David compuso el Libro de los Salmos, muchos de los cuales contienen las apasionadas expresiones de un corazón quebrantado, clamores, súplicas y pedidos. Es por esto que sus descendientes andan generalmente con el corazón quebrantado. El tío del Rebe, el Rabí Baruj, también sonreía raramente y no solía vérselo en un estado de ánimo alegre. La mayor parte del tiempo también él andaba con el corazón quebrantado. Sin embargo, en cuanto a nosotros, las instrucciones del Rebe eran que siempre debíamos estar alegres. [16]
237. El Rebe contó que cuando era joven, al terminar de comer, no se contentaba con la Bendición Después de las Comidas regular. También agradecía a Dios en idish por todo lo que había comido. Improvisaba y hacía mención ordenada de todas las cosas que le habían dado de comer ese día. Por ejemplo, podía haber comenzado con un sorbo de licor y un pedazo de torta. Luego, antes de la comida, podían haber servido rábano como entrada, seguido por la comida misma. El Rebe Najmán ofrecía entonces las gracias por cada cosa individual, una por una.

238. Nota del Editor: Escuché que cierta vez la santa madre del Rebe lo instó a que le diera alguna idea del nivel de devoción que había alcanzado. Después de todo, la gente estaba hablando en términos muy elogiosos sobre él. "¿Qué puedo decirte?", le dijo, "Yo soy un genuino caso de ´lejos del mal´ (Proverbios 14:16; Job 1:8; 2:3)".
También escuché del Rabí Naftalí que la madre del Rebe le preguntó cierta vez por qué no se esforzaba en comer un poco, pues de otra manera ¿cómo podía mantenerse? El Rebe le respondió: " ´La sabiduría le da vida a quien la posee´ (Eclesiastés 7:12). Ésta es la única manera en que me sustento ahora". Continuó: "Hay gente que tiene una sabiduría que puede sustentarla sin comer ni beber". (Quería decir que sólo necesitan comer un mínimo porque para ellos la fuente principal de vida es el sustento espiritual). [17]
239. Nota del Editor: Escuché del Rabí Natán que luego de que el Rebe había dado su lección del Likutey Moharán I, 206, "Me he extraviado como una oveja perdida" (Salmos 119:176), él le dijo que éste había sido el tema de sus últimas meditaciones. Esto puede darte alguna idea de la tremenda humildad, simpleza y sinceridad que tuvo el Rebe a lo largo de toda su vida. 

No importa cuán grande hubiera sido su logro, sus plegarias y meditaciones siempre eran humildes y para nada pretenciosas: cuando estaba delante de su Hacedor se sentía con el corazón quebrantado.

También escuché que cierta vez un joven le preguntó al Rebe cómo debía meditar. El Rebe le contestó que Le dijera a Dios: "Señor del Mundo, ten piedad de mí... ¿Es correcto que mi tiempo pase en tal nimiedad? ¿Acaso para esto fui creado?...".
Un tiempo después la misma persona estaba de pie detrás de la puerta del Rebe y lo escuchó derramar su corazón delante de Dios con estas mismas palabras.
240. Cierta vez, uno de los seguidores del Rebe se estaba quejando de no tener lo suficiente para vivir. El Rebe le dijo: "No comprendo cómo es que tienes el coraje de molestarme con las vanidades de este mundo. Yo soy como alguien que atraviesa el desierto día y noche, cavando y cavando, sólo para hacerlo habitable. Cada uno de ustedes tiene un corazón como un desierto desolado carente de habitantes, y sin lugar para la Shejiná, la Presencia Divina. Todo el tiempo cavo y cavo, tratando de cambiarlos y hacer un lugar en sus corazones donde pueda habitar la Shejiná. ¿Acaso sabes cuánto trabajo y esfuerzo se necesitan para tomar un roble y transformarlo en un hermoso objeto apto para el uso humano? Debes aserrarlo, tallarlo, pulirlo y arreglarlo... Este es exactamente el tipo de trabajo duro que debo hacer para alcanzar algo con cualquiera de ustedes. Y tú vienes a molestarme con esta clase de tontera".
En la noche del Shabat la intensidad de las devociones del Rebe era algo indescriptible. Su santidad y la expresión de temor en su rostro simplemente no pueden ser imaginadas. He escuchado que esto era especialmente así en su juventud. Una noche de Shabat se había lavado las manos y recitado la bendición sobre el pan. Las otras personas sentadas a la mesa también hicieron la bendición sobre el pan y comieron su porción. Inmediatamente después de que el Rebe comiera su trozo de pan, sus pensamientos ascendieron a alturas exaltadas y se unió a Dios con una sublime reverencia. Se quedó sentado en silencio, con los ojos muy abiertos, absorto en sus pensamientos. El Rebe permaneció así durante toda la noche. Ninguno se atrevía a servir la comida, tan temerosos estaban de molestarlo. Finalmente comenzó a aclarar el día y salió el sol. Todos dijeron la Bendición Después de las Comidas y se levantaron de la mesa.
En otra ocasión el Rabí Ijiel, el hermano del Rebe, vino a pasar el Shabat con él. Vio la manera en que el Rebe se conducía en la noche del Shabat y quedó favorablemente impresionado. Sin embargo, en la comida del mediodía la gente sentada a la mesa habló con el Rebe sobre una cantidad de temas mundanos no conectados con la Torá. Esto desagradó al Rabí Ijiel. Al término del Shabat, fue a la habitación del Rebe y le presentó este tema. El Rebe le dijo: "¿Recuerdas acaso todas las cosas de las que hablaron durante la comida del mediodía?". El Rabí Ijiel no recordaba todo. El Rebe le dijo: "Yo recuerdo todo". Fue y cerró la puerta de la habitación y comenzó a describir todos los temas uno por uno, explicando un poco de sus connotaciones profundas. Estuvo hablando con su hermano durante toda la noche hasta las horas de la mañana. Las ventanas estaban cerradas, de modo que sólo cuando miraron el reloj vieron que ya era el momento de recitar el Shemá de la mañana, terminando la conversación. [18]

El Rabí Ijiel salió llorando. Estaba tan profundamente conmovido e inspirado que pasaron varios días sin que pudiese comer ni dormir. Simplemente se sentaba, lloraba y lloraba con anhelo e inspiración; tan motivado había quedado por las palabras del Rebe. Desde ese momento, se unió al Rebe con la más grande intensidad.

1-Alabanza del Tzadik (Primera Parte) contiene abundante material sobre este tema. La siguiente información adicional no ha sido publicada previamente. Material adicional sobre las luchas espirituales del Rabí Najmán puede encontrarse en Until The Mashiach pp.1-13.
2-Adelante: 384.
3-Ver arriba: 198; Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov, 98; Likutey Moharán II, 11.
4-Esto era en Ossatin. Ver arriba: 2; Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov, 117. Ver Until The Mashiach pp.8-13.
5-Cuando estaba en Medzeboz. Ver arriba: 1; Until The Mashiach p.1-7.
6-Es costumbre recitar el Cantar de los Cantares en la tarde del viernes, antes de la llegada del Shabat, ver Taamei HaMinaguim #256. Explica el Rabí Natán que el Cantar de los Cantares está lleno de anhelo y deseo, que es lo que el judío debe sentir al esperar el Shabat (Cf. Likutey Halajot, Hiljot Dam 1:7).
7-Alabanza del Tzadik, p. 16; Cf. Sanedrín 107a, donde el rey David Le pide a Dios que lo pruebe. Ver también Kojavey Or, Emet VeEmuná p. 94 #13.
8-Kidushin, 81a,b.
9-Ver Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov, 1, 3.
10-Adelante: 604; Alabanza del Tzadik, 18.
11-Arriba: 42; Alabanza del Tzadik, 16.
12-Ver Likutey Moharán I, 22:5.
13-A la edad de veinte años el Rabí Najmán ya había logrado todo esto, ver Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov, 171.
14-En el texto original del Shivjei Moharán dice "Rabí Shimón". De acuerdo con algunas fuentes (Rabí Levi Itzjak Bender) esto se refiere al Rabí Shimón bar Iojai. Existe una referencia en el Zohar (III, 127b) al respecto. Sin embargo, de acuerdo con otros (Rabí Shmuel Shapiro), esto hace referencia al Rabí Shimón, el discípulo del Rebe. Ver Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov, 173-174, donde el Rabí Shimón fue enviado a lugares donde no había judíos, dándole pie a este punto de vista.
15-Puede hallarse un árbol genealógico detallado de los ancestros y descendientes del Rabí Najmán en Until The Mashiach.
16-Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov, 41.
17-Ver Zohar III, 301b; Likutey Moharán I, 19:8; Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov, 181.
18-Adelante: 337.

 Fuente: www.tora.org.ar

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