Kitzur Likutey Moharán (247-250)





(likutey moharan I #  247-250)

247

1. Está escrito en el santo Zohar: “La palabra teiku tal como es usada en el Talmud [significando ‘indeciso’ con respecto al dictamen final de una ley en particular], expresa la idea de la falta de tikún (rectificación)” (Zohar III, 27b).

En otras palabras, falta la letra Nun de TiKUN, de modo que se vuelve TeIKU. Debes saber que cuando esa Nun final [la letra Nun tiene una forma alargada cuando se encuentra al final de una palabra] falta de la palabra TiKUN [i.e., del concepto de rectificación], esa Nun es entonces disminuida y doblada [cambiando así su forma hacia la forma más corta de la Nun cuando la letra no está al final de la palabra]. 

Entonces las letras de TiKUN  se reordenan para formar la palabra KiNOT (lamentaciones). Sin embargo, cuando Hashem nos redima, las KiNOT se transformarán en TiKUN y el TeIKU será entonces rectificado.


248

Al relatar historias sobre los Tzadikim el corazón se despierta y arde con una gran inspiración e intenso deseo por Hashem. 
Muchos Tzadikim grandes y tremendos han contado que su despertar inicial a Hashem se
produjo relatando historias de Tzadikim. Esas historias encendieron por
Hashem sus corazones y luego de esforzarse en sus devociones religiosas llegaron a merecer lo que merecieron. ¡Afortunados ellos! (ver Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #138).


249

La esencia de la fuerza y del valor se encuentra en el corazón.
La persona que posee un corazón valeroso no le teme a ningún hombre ni a cosa alguna y es capaz de realizar actos tremendamente valientes y ganar fieras batallas mediante la fortaleza y el temple de su corazón.
No le teme a nada y corre directamente hacia el centro de la batalla. Lo mismo sucede en el servicio a Hashem. Comprende bien esto.


250

El dolor y el sufrimiento sólo se deben a una falta de conocimiento, en el hecho de que la persona no sabe realmente ni percibe con claridad que todo sucede bajo la supervisión directa de Hashem y que todo es para su propio bien. Cuando, en los momentos de dolor y de aflicción, la persona clama y llora delante de Hashem, atrae sobre sí el conocimiento y la Providencia Divina y, consecuentemente, se anulan el dolor y el sufrimiento.

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