Lectura del 23 de Nisan del Kitzur Likutey Moharan




(likutey moharan I # 65)


3. Cuando, gracias al Señor del Campo, la persona llega a contemplar el objetivo final, no siente dolor ni sufrimiento por nada en el mundo. Y la verdad es que no hay mal alguno en el mundo - más bien, todo es enteramente bueno. 

El motivo por el cual la gente siente dolor al experimentar alguna clase de sufrimiento, Hashem no lo permita, se debe solamente al hecho de que se ve privada de conocimiento (daat), al punto en que es incapaz de contemplar el objetivo final o el propósito de su sufrimiento, que es enteramente bueno. 

Pues si fuese capaz de percibir el objetivo final no sentiría dolor alguno en su sufrimiento, dado que la intención de Hashem al darle ese sufrimiento es ciertamente buena - así sea para hacerle recordar que debe retornar a Él en arrepentimiento o para limpiarla de sus pecados y merecer la vida eterna. 

Siendo así, las aflicciones son de hecho grandes favores. Y si la persona llega a merecer la contemplación del objetivo final, que es bueno, se hará digna de una gran alegría ante el enorme favor que Hashem le está otorgando a través de ese sufrimiento.


4. Uno debe tomar la costumbre de anularse constantemente para poder contemplar el objetivo final, que es verdadero, bueno y eterno. Pero ello sólo es posible si se cierran los ojos a este mundo y no se miran los deseos y vanidades materiales. 

Pues no es posible contemplar el objetivo final y quedar incluidos en él si no es cerrando los ojos -cerrando los ojos completamente ante este mundo- y más aún, presionándolos con los dedos para mantenerlos firmemente ocluidos. Entonces no se sentirá dolor ni sufrimiento por nada en el mundo. Sin embargo, es imposible permanecer constantemente en ese estado de anulación, dado que la persona dejaría de constituir un ser humano.

 Por lo tanto, la anulación debe llevarse a cabo necesariamente en el aspecto de “correr y retornar” (cf. Ezequiel 1:14) [i.e, entrando y saliendo repetidamente de ese estado]. Entonces, cuando la persona retorna a su conciencia normal, una luz residual proveniente de ese estado de anulación hace brillar en su mente un destello de Divinidad, dulce y agradable, imposible de describir a otra persona. Ese destello genera una gran alegría. 

Mediante esa alegría se evocan nuevas ideas de Torá y nuevas percepciones mediante las cuales la persona puede darse ánimo ante todo el sufrimiento y las tribulaciones que deba enfrentar, Hashem no lo permita; y merecerá experimentar y sentir en este mundo algo similar al Mundo que Viene.

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